Con una copa de algo, que no me acuerdo del cómo se llama,
intento sucumbir al sueño profundo de la irrealidad. Mi fe sin ganas, mi corazón
en la mano, mi mente al frente, como cruzando un puente roto sin nada que pisar más
allá. Confío en los sueños que si en verdad se cumplen si los cuentas. Ese
sueño en el que mi corazón estaba en su sitio y que hacía que el ser existió.
Foto HDR |
Adentrándose en el reino de la piedra y el hierro donde el
ser no está tranquilo, encerrado en sus pensamientos, de si pudiera ser madera
en el tejo. El tejo, milenario, sabio y protector de las almas; que descansan en
paz fuera de las cosas mundanas y las injusticias. El ánima de piedra arenisca,
piedra que se desgasta con el paso del tiempo; su casa la tierra, se agrieta
por la serpiente de hielo que aniquila la vida en su camino. El frío es transitorio, como todo, aun así su paso no es devastador y en su camino el
hielo crea una nueva casa, para un pequeño tejo que brota despreocupado. Un tejo
que llegara a ser tan sabio y esplendido como sus ancestros.
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