cuando el miedo atraviesa la impávida imagen del espejo.
Cada sombra se adhiere a tu cuerpo, se incrusta en el alma,
y triunfa el complejo en silencio:
reinan las bocas que hablan de más,
hirientes saetas de verbos urgentes;
voraces lenguas que han de callar,
al trono se sientan miradas crueles.
¿La mejor cura? La risa, el abrazo…
el esfuerzo.
Es duro, lento, tedioso…
y viene acompañado de angustia,
pero así llega la luz, la calma;
se sale del infierno,
se derroca el dolor en pos de la sonrisa.
Ya no da miedo ningún reflejo.
Raquel Alvarado
Raquel Alvarado
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