viernes, 29 de mayo de 2015

HACIA LOS LADOS NO HAY NADA


-Como imaginaba todo sigue igual, quitando este maldito dolor de cabeza. Se dejó caer de la cama de la manera que pudo y con paso lentos agarrándose la cabeza se dirigió al baño, toda la casa estaba oscura, no había ninguna persiana levantada; sin encender la luz se echó agua en la nuca y pego un trago de agua antes de mear. Las resacas son cada día mas duras. Cogió el móvil de su cuarto y se fue hacia la cocina. 

Un café con leche, hoy sin galletas, su estómago no permite nada sólido; miro el móvil para ver si tiene llamadas, al ver que no empezó a recordar de dónde venía esa monumental resaca y suspirando recordó todo lo de anoche, casi llora pero siempre creyó que llorar solo no llevaba a ningún lado, apago el móvil; - por lo menos ha tenido la delicadeza de hacerlo un Sábado, si no hoy le habrían echado, después de lo que dijo se iba a mamar si o si.

Se dejó caer de espaldas al sofá y dejó pasar la vida hasta que su cuerpo reaccionara y le pidiera algo de comer, intentaba mantener la mente en blanco, se tapó la cara con el cojín, se dio media vuelta; los sentimiento le hacían una bola, una bola que subía y bajaba de su estómago, al final se le escapó un lágrima. Tantos recuerdos, la sensación de impotencia y el pensar que ese móvil es raro que volviera a sonar para algo bueno le tenían helado, un bulto inmóvil en el sofá y él tampoco era capaz de recibir nada externo a su cuerpo y a su mente, en tal grado de shock se mantuvo hasta que se quedo dormido otra vez, y es que el cuerpo también sabe cuándo desconectar.

Se levantó, más sereno y con todas la heridas abiertas, lo cual no le hizo pensar en otra cosa que en beber. Tenía una botella de tinto en la nevera, empezó a devorarla como un loco, vaso tras vaso, cuando volvió a notar el hormigueo en la cabeza se calmó. Tuvo que tragar saliva varias veces porque el alcohol quería escapársele por los ojos pero no lo permitió. -Tengo hambre gritó levantándose con rabia- miró hacia el fogón, no le apetecía cocinar. -Bah me voy a comer fuera, a celebrarlo. Se puso los pantalones de ayer y con la misma camiseta que había dormido se dirigió hacia la entrada y cogió la gafas de sol, salio y vio que estaba nublado, levantó la ceja, sonrió y siguió adelante sin quitarse las gafas.

Tras esos segundos estúpidos en el ascensor, salió hacia la calle, el día estaba casi tan gris como el pero hoy no pensaba quitarse las gafas aunque lloviese.  Se metió en el coche y le entró una arcada, sacó la cabeza por la ventanilla y escupió un líquido oscuro y baboso. Encendió la radio y quito el disco de Ariel Rot, -joder ayer estaba más borracho y triste que hoy, solo se dijo la verdad en lo de borracho. Arrancó y se marchó a comer sin saber dónde.

Los coches se mueven más rápido con resaca, aun así hoy no iba a ir con precaución. Miraba una farola, un árbol, otros coches y se repetía, - si me reviento contra ahí se acabó pelear tanto por todo y la gente que me conoce lardaría días en darse cuenta, se ha marchado la única llamada de mi móvil, hace años que un amigo no me llama para tomar algo. En la radio suena una canción de amor, -Hay que joderse qué hijoputas, la apagó. Es extraño como cuando esperas algo de la radio no te lo da y si cuando no lo quieres- ya no sabe ni que se dice.
Llegó a un bar donde no había estado nunca, -recuerdos nuevos susurro antes de entrar por la puerta. -Buenas, una caña. Se sentó a observar el menú de bocadillos, se bebió media cerveza de un trago. -Oye chaval un California y otra cerveza. Cuando el camarero volvió de dejar el pedido en la cocina ya no quedaba nada de la cerveza. El barman le miró extrañado al ponerle la segundo, Jaime le quitó la mirada y siguió a lo suyo. Comió el bocadillo y se bebió tres cervezas más, se levantó, pagó y se marchó.

Volvió a casa, no sin antes pasar por los chino y coger una botella de vino más. Una vez entró por la puerta dejó las gafas en la entrada, dejo las botellas de vino en la nevera y encendió el móvil, tenía dos llamadas perdidas, de la única llamada que llegaba a su teléfono, lo volvió a apagar, sacó la botella de vino que le quedaba de antes y empezó a escribir:

-Como imaginaba todo sigue igual, quitando este maldito dolor de cabeza. Se dejó caer de la...
Acabo botella que le quedaba y se fue a la cama, mañana al ir a trabajar se llevara sus cosas del piso, comprará otra tarjeta de móvil y buscaría otro piso en otro lado de la ciudad, siempre supo que no tener contrato de alquiler le valía para algo, para desaparecer. Nuevos recuerdos, repetía mientras se dormía.

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