la tinta se derrite con
el paso de los años,
se arrugan las páginas,
envejece el papel,
la esquina más anciana
amarillea;
el tiempo parece
abandonarlo.
El rescate llega a
última hora
de parte de unas manos
cuidadoras.
La derecha extiende la
pluma
sobre un nuevo lienzo
en blanco,
y comienza la
escritura.
Se le da una nueva vida,
un nuevo formato.
El mismo cuento verá
nuevos mundos,
otras miradas saborearán
sus líneas.
Y cuando se sienta de nuevo agotado,
lo volverán cuidar otras buenas manos.
Raquel Alvarado
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