Lo fácil es discutir,
quejarse en vez de
sangrar.
Lo sencillo es invocar
todos los males de tu esencia
con la excusa de no
dejarse pisar.
A veces resulta arduo
darse cuenta de la
facilidad que tiñe el mundo,
y en vez de escoger el
camino ameno,
nos quedamos en el de
los demonios;
subiendo escalones
en lugar de buscar el
descenso,
con las botas
embarradas
en azufre, ceniza, y
tormento.
Raquel Alvarado
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