A pesar de la hipocresía,
el dolor de cabeza,
la sinceridad hiriente,
la silla vacía de quien ya no está,
y el desamparo ante la opinión contraria;
el hueco para la risa
está asegurado en todas las mesas:
bajo cada paté, entre la carne del lechazo,
tras la ensalada,
hundido en la copa de vino,
y sobretodo en las miradas de tus seres queridos.
Esforcémonos por encontrarlo.
Raquel Alvarado
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