viernes, 11 de diciembre de 2015

UN MUNDO ABRUMADOR


Tal vez la ciudad eterna no lo sea en realidad, 
y quizá yo no deba entusiasmarme a semejante nivel
removiendo las piedras del pasado.

Tal vez yo esté olvidando todo esto
por cuestiones que me atan a este mundo
de minorías ancladas al imperativismo de ser técnicos,
matemáticos, cuadriculados;
del esto sí, pero esto no…
sin dejar lugar a la duda que es, en fin, la esencia de lo humano.
El titubeo, el quizá: el antagonista de la seguridad.

Puede que el mundo se me antoje a veces demasiado pequeño,
pero en la mayor parte de los casos
lo considero un gigante contra quien no puedo jugar
sin encontrar la derrota a la vuelta de la esquina.

Es tal su magnitud
que ni Alejandro Magno, 
ni el propio Augusto, ni el emperador Carlos
hubieran sabido administrarlo en su alma
como lo hicieron con sus Imperios.

Y quizá desfallezca,
o me tachen de hacerlo en ensoñaciones.
Pero a medida que me acostumbro al sabor de la Historia;
aunque el tiempo no sea suficiente;
me nublan la vista la cantidad de dudas 
que dejará sin resolver el ser humano. 

Y aun así, aquí seguimos:
Siervos y esclavos de un mundo
que se asfixia entre nuestras propias manos. 

Raquel Alvarado

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