martes, 12 de mayo de 2015

CUENTO 1


-¡Fenrir!

Una vocecita agitada resonó por el patio, seguida de apresuradas pisadas.

-¡Fenrir! ¡El hombre viejo ha venido, corre!¡Ha llegado el cuenta cuentos!- anunció Eilen asomando su enorme sonrisa por la puerta de la cuadra, antes de desaparecer de nuevo camino de la plaza.

El joven se secó el sudor de la frente y cerró el cercado, no sin antes hacer recuento de las cabras y acariciar el lomo de Ormus, el joven carnero.

Al cruzar el patio le golpearon los últimos rayos anaranjados del sol, que bañaban el pequeño valle.
Saludó a su abuela, que se hallaba tejiendo en una silla, seguramente demasiado dura para su espalda dolorida. Se limpió el barro con un trapo mojado, escondió un trozo de queso duro bajo su camisa y salió corriendo para no perderse ni una sola palabra del cuenta cuentos.


- Dejadme que os cuente una historia nueva, diferente. Una historia sobre la que quizás hayáis oído hablar, una historia tan real como la vida misma -comenzó el hombre con tono misterioso. Todos los ojos se clavaban expectantes sobre su arrugada tez, indudablemente más vieja que el retorcido roble en el que se apoyaba.

>> Hace muchos, muchos años, allá por la época de los reyes oscuros, la tierra estaba poblada por criaturas mágicas de todo aspecto, tamaño y forma: desde minotauros y dragones hasta hermosos pegasos y hadas. Estos animales vagaban por doquier librando una eterna lucha contra los humanos, que, llevados por su insaciable sed de conquista y dominio, los masacraban para apoderarse de sus bosques y montañas –la voz del viejo fluctuaba desde el susurro hasta casi el grito mientras un corro de niños se acercaba más y más a sus pies. – Y entre ellos, en constante cambio de bando, se encontraban aquellos seres humanos que poseían el don de la magia, el poder de hacer despertar la roca, de abrir los mares, de dar la vida y corromper la mente: las brujas. Y es que este poder está solo reservado para la mujer, ya que el hombre nunca fue capaz de exprimir la fuerza de su alma.

- Pero señor, ¿y los brujos y los hechiceros? ¿Y los magos?- preguntó un pequeño niño que no conseguía disimular su escepticismo.

- Ah, los brujos –suspiró el hombre, con cara divertida.- Los brujos no son más que simples alquimistas que mediante pócimas y trucos engañan a los menos espabilados, igual que la mayoría de las brujas de las que os han hablado.

>>Los seres de los que trata esta historia serían capaces de arrasar esta preciosa aldea con un chasquido de dedos o de devolverla a su ser con un soplido –rugió soplando con toda la escasa fuerza que le permitían los pulmones sobre la cara del niño incrédulo, que se encogió asustado y quizás algo más convencido que antes. –Como iba diciendo, las brujas se adaptaban a aquello que más les favoreciera: se hacían pasar por mortales, engañaban a los hombres, se aliaban y se traicionaban. Pero una vez existió una bruja que superaba en poder a todas las demás; tanto, que muchas acabaron adorándola como si fuera un dios, y los demás temiéndola como si fuera el mismísimo diablo.

Alguien aprovechó la pausa del narrador para echarle un leño al fuego chisporroteante, que elevaba su humo en el cielo del anochecer, plagado de titilantes estrellas.

- Pero aquella bruja era diferente a las otras; no se guiaba por sus propios intereses, sino que dejaba sus acciones a la elección del azar, y eso era justamente lo que le hacía tan terrible. Llegó a destruir naciones enteras, a crear monstruos espeluznantes; amenazó la propia existencia de la sociedad humana, sacudida desde sus cimientos.

>>Algunos dicen, sin embargo, que a pesar de su aparente neutralidad para con todo lo vivo, poseía un corazón compasivo y justo, pues en muchos casos se apiadaba de los pobres, de lo hermoso y puro, mientras que arremetía sin piedad contra reyes y ricos, ladrones y embusteros. Pero aun así, sus criaturas continuaban quemando las cosechas de campesinos inocentes, devorando niños perdidos y provocando innumerables desgracias ante su mirada impasible.

>>Entonces, los reyes y emperadores de todo el mundo conocido se reunieron en secreto junto con las brujas más poderosas con el fin de vencer a la mujer, o por lo menos acabar con su poder devastador.

El hombre carraspeó rompiendo la tensión del momento y pidió algo de comida, que se le fue entregada sin más dilación a fin de que continuara pronto con el relato, cosa que no sucedió. Fenrir ya se lo conocía, y comenzó a roer el pedazo de queso que guardaba, ofreciéndole un trozo a su hermana Eilen, que seguía observando con ojos absortos al viejo, que comía pausadamente mientras las migas de pan se le pegaban a la barba gris y despeinada.

El joven miró al cielo y se estremeció al ver la enorme luna llena que asomaba tras los montes: fulguraba como nunca antes había visto, casi naranja entre una neblina amarillenta. El viejo alzó también la vista y Fenrir adivinó en su cara centenaria un atisbo de miedo, o quizás simplemente fascinación. Se removió inquieto y engulló el trozo de comida que le quedaba entre sus dedos negros.

- Durante mucho tiempo trataron de dar caza a la gran bruja, sin éxito, hasta que descubrieron el secreto de su poder –continuó de nuevo el cuenta cuentos.-Éste residía en la confianza que los demás seres depositaban en ella, el respeto, la admiración. Decidieron, pues, dar caza a todo seguidor de la mujer maldita, iniciando una matanza como jamás había sido contada, una matanza indiscriminada; un baño de sangre.

>>Cada cuatro semanas, los aliados organizaban campañas de jóvenes soldados que enviaban a los bosques y montes donde se encontraban las criaturas de la bruja; pero se topaban con una barrera de poder que les impedía el paso, y allí, los monstruos los despedazaban. Sin embargo, cierto tiempo después, dieron paso a un sistema de desgaste continuo, de forma que el campo de fuerza se iba debilitando con el paso de los días...A los veintiocho, las tropas de los reyes se abrieron paso a través del bosque sacando a las brujas de sus escondites y dejándolas morir quemadas al sol de final de primavera. Al amanecer, hallaron a la bruja en lo alto del monte: la criatura, que antes habría tomado forma de bellísima mujer, con el pelo color argenta y blanquísima piel, yacía sobre un pedestal inmóvil y con el rostro y el cuerpo ceniciento. Sus ojos se tornaron grisáceos y su campo de fuerza se desvaneció.

>>Se acercaron las brujas que le habían traicionado y le cortaron las venas, de las que brotaban ríos plateados. A sabiendas de su inminente resurrección, apelaron a un complicado hechizo, más antiguo que la propia humanidad, y confinaron el alma y el poder de la mujer desterrándolo al cielo lejano, allá donde su mano aciaga no alcanzase a arruinar la existencia de los mortales.

Su cuerpo entonces se convirtió en ceniza y escombros, y al incidir el primer rayo de sol sobre el pedestal, su alma abandonó la Tierra –el viejo efectuó de nuevo una parada para hacer creer que la historia había llegado a su fin. Suspiró-. Pero lo que no sabían las brujas es que con aquél hechizo iban a acabar también con el poder que ellas poseían, con todas las criaturas mágicas hermosas; borraron todo rastro de magia que en el planeta hubiera existido. La bruja Selene, en su último estertor, se había apoderado de la chispa y se la llevó al vacío del espacio.

- ¿La bruja Selene?¿Era ese su nombre? No suena tan terrible –interrumpió alguien.
- Selene, Ngame, Isis, Rea, Máni, Diana...Infinitos nombres, cada uno inventado por un pueblo, para designar a la misma mujer. Tal fue su poder...Y sigue siéndolo –sonrió con tono misterioso.
-¿Qué quieres decir con eso? –preguntó esta vez el primer niño, ya sumergido totalmente en la historia.
- Paciencia, queridos oyentes, paciencia. Aún queda historia por delante –les tranquilizó mientras alargaba la mano para alcanzar un pedazo de cecina.
Fenrir oyó entonces a su perro ladrar dos veces y se irguió inquieto, pero pronto se calmó ante el silencio que reinó de nuevo, acompañado del chisporroteo del fuego y el sonido de las chicharras, que bañaban la noche ya casi veraniega.

- Cuenta la leyenda que siete de las brujas que la sacrificaron hicieron un pacto sagrado con Selene: cuando todas las demás se habían ido, cada una recogió un pequeño fragmento de sus restos y lo guardó en secreto. Al anochecer, se volvieron a reunir alrededor del pedestal, y, atónitas, descubrieron una tenue luz blanquecina en el horizonte: la gran bruja resurgía de sus cenizas allá en el cielo.

>>Juraron liberarla por una sola noche, pasados dos mil años y coincidiendo con su etapa de mínimo poder, para así volver a recluirla con los primeros rayos del sol, confiando en que su ira y su poder oscuro se aplacaran en la paz del universo. A cambio, Selene debía retornarlas parte de su magia, cumplir sus peticiones cuando su poder alcanzase el clímax.

- Y después de todo lo malo que le habían hecho, ¿les hizo caso la gran bruja? –Participó por primera vez Fenrir-. ¿No tenían ellas miedo de lo que podría pasar?
- Joven –repuso serio el viejo-, el ansia de libertad e inmortalidad siempre vencerá al odio y al rencor. O al menos debería.


            >>Catorce días después, una enorme esfera plateada recorría la bóveda celeste, y las brujas que no participaron en el pacto murieron desangradas. Los mares comenzaron a moverse y a agitar los fondos oceánicos. Los lobos acudieron esa noche a la montaña y dejaron escapar su triste llanto. A las mujeres de la alianza se les prometió exactamente el plazo de vida necesario para poder liberar a Selene, no sin antes forjar a otras siete mujeres en el arte de la magia.
Pasaron los milenios, durante los cuales la terrible historia de la gran bruja se fue silenciando, si bien aún quedaban pruebas más que suficientes de la existencia de un antiguo mundo, un mundo mágico que el hombre no podía dominar. Mientras tanto, el ser humano dedicó sus esfuerzos a masacrar su propia alma y a sus semejantes, al no tener enemigo que combatir.
De lo ocurrido aquella noche, poco o nada se sabe. Sin embargo, algunos escritos y cantares hacen referencia a la aparición de criaturas fantásticas por esas tierras durante algún tiempo.

- Entonces, ¿eso significa que la bruja sigue vagando por ahí? –inquirió Eilen, intentando ocultar su inquietud.

El hombre soltó una sonora carcajada. Fenrir sonrió. Apoyó la mano en el hombro de su hermana, que se sobresaltó:

- Mira, Eilen –señaló el joven mirando al cielo-. Ahí tienes a nuestra temible Selene.

En ese momento, todo el mundo miró al cielo, y al bajar la vista, los ojos de niños y jóvenes revelaban una mezcla de temor y fascinación que provocó numerosos escalofríos.
La voz del cuenta cuentos los despertó de su ensimismamiento.

- Dentro de catorce días se cumplirán ocho mil años del destierro de Selene, por eso su fulgor es tan intenso esta noche.

-        Noche de brujas –murmuró alguien.

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