viernes, 1 de mayo de 2015

TE SIENTO


Te noto, te siento. Sé que no puedo verte, a pesar de los destellos dorados que me persiguen allá donde vaya, como fuegos fatuos, tras el rabillo del ojo. Mas cuando miro no estás.

Te siento, te huelo. La brisa cálida del anochecer estival me trae recuerdos de un tiempo mejor. Huele a musgo, a tierra, a todos los demás, pero, sobre el resto de aromas, sólo puedo oler el tuyo.

Te oigo. Oigo muchas voces, muchas canciones nocturnas, pero ninguna tiene nada que contar, salvo la tuya. Una melodía melancólica, un lamento de impotencia.

Te veo. Desde las altas cumbres, tu silueta se funde con la maleza. No te mueves como una mujer: más bien, tu danza se asemeja a la de una cierva.

Te añoro. Aún estando rodeada de gente, busco la compañía del bosque, con la vana esperanza de tropezar con tus dorados ojos.

Te odio. No sé cuándo empezó, no alcanzo a comprender la razón, mas hay algo en mi interior que me carcome.

¿Por qué no recorremos juntos los bosques más espesos, las cumbres más altas, otra vez?

¿Por qué no lo entiendes?

¿Por qué no me encuentras?

No soy como tú. Soy un lobo y en el bosque cazo.

Por Elisa R. Bañuelos


Aia mape coime, adrete!
In blatugabagli uorete
cante snon celiIui in cete!”

Hey, handsome boy, come here!
Let us pick some flowers
in this forest together!





Nimmi mapos, immi drucocu
In cetobi selgin agumi”

I am not a boy, I am the bad wolf
In the woods I hunt




Omnos, Eluveitie


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