Estaba harto y preocupado, el 3 de junio empecé a darme
cuenta que me iban faltando ovejas, no sabía si encerrarlas todas en un bunquer
construido por mí o dejar que me las siguiesen robando. Fue una preocupación
creciente, ni mis perros guardianes podían parar a dicho ladrón, parecían
inofensivos como chiguaguas ante un oso. En este lugar solo había zorros y poco
más pero el ladrón hacia inservibles a mis perros.
Al día siguiente siempre después de cada dicho hurto las
ovejas se las notaba asustadas y turbadas como estatuas que solo parpadeaban de
vez en cuando. Una aversión que transmitían a su dueño, era como si me buscaran
con la mirada pidiéndome la solución, ¿Qué podía hacer?
El mes siguiente me decidí a aguardar escondido en la noche
dentro de mi granero subido en el segundo piso, asomado por un ventanal que
daba al recinto de las ovejas. Pasaba el tiempo llego la media noche y la
oscuridad cubría todo ya que no había luna o más bien no se la veía con tanta
nube, una noche negra donde cualquier cosa podría pasar cerca de ti y no darte
cuenta. Hundido en un profundo aburrimiento y desmotivación al ver que no
pillaba al ladrón con las manos en la masa de pronto se oyó un ruido y como de
la nada apareció un esfera luminosa cerca del grupo de ovejas dentro del
recinto. Distinguí el ruido, era una oveja que al parecer se sentía impotente
ante algo que la hacía, ese motivo me hizo reaccionar rápidamente. Baje del
granero dispuesto a asustar al ladrón, corriendo con toda mi fuerza y furia me dirigí
donde escuchaba los ruidos. Cuando ya estaba cerca lo vi, estaba acongojado,
una situación anómala, una imagen que me dejaba boquiabierto y sin habla.
Vi un animal o no sé qué era, tenía dos piernas, dos brazos
y el cuerpo encorvado de gran tamaño, me recordaba la forma de una araña de las
amazonas. Estaba arrastrando a la oveja con sus largos brazos, mientras las
otras miraban sin hacer nada, la pobre oveja berreaba intentándose resistir.
Viendo todo esto a una distancia prudente aun así me mantenía inmóvil
pareciendo una oveja más.
Eso o lo que fuere seguía a la esfera luminosa, bueno eso
parecía. Ya en la valla la criatura cogió a la oveja y la retorció el pescuezo
terminando con su gran agonía, lo hizo tan fácil como a una gallina. Salto la valla, los perros no
querían meterse en un problema y parecían ciegos a la escena.
La curiosidad me
llevo a seguirla aunque no podía negar el horror que provocaba la idea. La seguí,
se metió en el bosque como vagabundeando buscando el camino correcto y esa
esfera luminosa siempre cerca de ella o ¿el? Por precaución mantenía una
distancia para que no se percatara de mí, no vaya a ser que le dé por
retorcerme a mí también el cuello. Le escuchaba hablar como consigo mismo o
reproducir sonidos extraños – Brooob grrrouummm dabrumm-. No parecía muy
inteligente que digamos ya que con frecuencia hacia paradas, se le veía con la
oveja a un ¿hombro? Llevarse la ¿mano? A la que sería una cabeza. No se
avistaba ningún animal sabrían del peligro que correrían fuera de sus
escondrijos.
Era una estupidez suicida seguir a tal criatura pero desde
luego también algo dentro de mi decía que había que hacer algo para solucionar
el problema con mi ganado. Al cabo de un rato se acercó a una gruta o cueva
metiéndose dentro y espere. Desde fuera parecía que la esfera había cogido más
intensidad en el interior y se oian gritos o una especie de ladridos de
victoria satisfactoria. No podía quedarme sin hacer nada y me adentre a la
gruta con sigilo. Un olor profundamente nauseabundo desprendía la cueva,
observando dentro comprobé que era una caverna natural pero no veía nada mas de
momento y seguí mas adentro por un
pasadizo estrecho llegando a una galería. Rápidamente me escondí tras una gran
roca ya que sentí al instante que allí todo era un espectáculo maligno,
peligroso y grotesco. Todo lleno de estalactitas, estalagmitas y formas raras, en el centro se encontraban dos criaturas.
Inmundas, antropomorfas, desproporcionadas en sus formas monstruosas. Era como
si estuviesen hechas de muchas partes de animales se veían gordas – claro,
mucha oveja- rodeadas de huesos y excrementos, tantos que se podría hacer un
estudio cropologico. Estaban contentas y creo que comían el primer plato. Una
de las criaturas se llevaba una rata a la boca pero el otro estaba entretenido
con la esfera reluciente en toda la caverna, a sus pies yacía la oveja muerta.
Me percate que ese monstruo dominaba la esfera con una magia invisible al ojo y
en sus manos se movía.
Me acorde de
antiguos mitos y leyendas que hablaban de unos seres de la noche deformes y
temidos, trols los llaman. Un poco de rabia me salió y murmure en bajo la
palabra –“trol”-. El trol que parecía controlar la esfera la elevo al techo
diciendo algo inpronunciable y de repente se apagó la luz. Entonces y como final
la oscuridad me devoro por completo.
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