El
contexto histórico –o, más acertadamente, prehistórico- de la historia de Enia
y Alate se podría situar en la zona de los Alpes o Helvetia, entre los años
5.000 y 3.000 a.C. Se corresponde con una época de cambios, en la que las
últimas sociedades de cazadores-recolectores de Europa, atrincheradas en las
montañas y las zonas frías, eran sustituidas por las tribus protoindoeuropeas,
expansores de la agricultura y la ganadería.
Se
entiende que la climatología y accidentalidad del terreno pudieron suponer una
barrera para el desarrollo de la agricultura en el área alpina, si bien la
ganadería y la domesticación se podrían haber ido incorporando. En la ficción,
omito la existencia de perros, que ya estarían perfectamente domesticados e
integrados en la sociedad preindoeuropea, al igual que las cabras. En el relato
se muestra a estos cazadores prácticamente como si nos remontáramos al “hombre
de las cavernas” del paleolítico, por comodidad.
Como nos
cuenta un reciente estudio, estas
gentes podrían tener la piel oscura y los ojos azules, una combinación ya
inexistente.
Por el
contrario, las tribus protoindoeuropeas, nos cuenta otro estudio, tendrían una
piel clara y unos ojos oscuros. Estos pobladores recientes se hallan en estado
de expansión progresiva –no nos imaginemos éxodos ni invasiones- e incluso absorción
y fusión con las poblaciones locales indígenas –como ejempliza la madre de
Enia-. Cultivan el cereal –pongamos que variedades antiguas de trigo, o la
cebada- lo muelen, humedecen y tuestan en forma de torta ácima, ya que el
proceso de fermentación y cocción del pan es más tardío. No conocen la rotación
de cultivos, el barbecho ni probablemente el abonado, por lo que la tierra
pierde su fertilidad y requieren más suelos para cultivar. Además, la
agricultura, generando por primera vez un excedente, produjo una explosión
demográfica que contribuyó a la expansión de estas sociedades. Esto les llevó a
talar y quemar grandes extensiones de bosque para dejar paso a sus cultivos.
Más
tarde o, mejor dicho, progresivamente, irían llegando nuevas oleadas de los
indoeuropeos propiamente dichos.
Aunque,
gracias a estudios recientes, el origen y sucesión de las distintas migraciones
se está esclareciendo, el idioma que hablaran los diferentes pueblos constituye
una incógnita, aunque existen ciertas aproximaciones y vestigios. De las
lenguas preindoeuropeas, sólo nos llegan hidrónimos, vestigios de algunas
lenguas como el etrusco, y el euskera –aunque actualmente existe gran debate-.
Qué se hablaba en los Alpes por aquella época, es un misterio: ¿alguna variante
del etrusco? ¿Existía ya el protoeuskera y se extendía hasta tan lejos? Por
desgracia y a falta de respuestas, me he permitido la licencia de incorporar
vocablos “euskerizados” al relato para referirme a nombres o clanes de los
cazadores. Algunos ejemplos: Urtxin vendría de urtxintxa
(ardilla), Urden de basurde (jabalí), Harix de
Haritz (roble), Aztie de azti (hechicero, brujo), oihandarde
oihan (bosque).
Por otro
lado, tampoco resulta sencillo saber qué idioma hablarían los primeros
agricultores, es decir, la familia de Enia. Se estima que existiría un idioma
protoindoeuropeo que poco a poco se iría desglosando en dialectos zonales y
finalmente dando lugar a numerosas lenguas, muchas de ellas hoy extintas, pero
de la que proceden casi todas las lenguas actuales europeas –salvo el euskera,
el finés, el húngaro…-. En la ficción, me he permitido otra licencia: utilizar
reconstrucciones del idioma galo, una de las lenguas indoeuropeas muertas mejor
conocida hoy en día. El galo se hablaba en la Galia y la región helvética
(Alpes) antes de la imposición del latín por el imperio romano. Sin embargo,
los testimonios escritos más antiguos de esta lengua se remontan tan sólo al
siglo III a.C. Por lo tanto, situarlo hace 5000 años supone, por supuesto, una
tremenda osadía.
Gran
parte de este relato se inspira en la música y las letras de Eluveitie, un
grupo de celtic-metal Suizo que se encarga de preservar y dar vida al galo.
Así, el nombre de Alate se ha escogido de la canción “Omnos” (ver letra traducida aquí), y procede de la frase “cu allate”,
que personalmente entiendo como “lobo salvaje” –con serias dudas sobre si allate realmente
significa salvaje en galo-.
La
religión supone otra gran incógnita: las poblaciones paleolíticas de
cazadores-recolectores bien podrían adorar a multitud de dioses, puede que
encarnados en forma de animales o plantas totémicos –que representaran a cada
clan, como en el relato-. En general predomina la teoría -como defiende Marija
Gimbutas- de que las poblaciones preindoeuropeas e incluso protoindoeuropeas
adoraban a la diosa madre naturaleza, en una sociedad en la que el hombre y la
mujer ocuparían el mismo lugar: una gylania -gy de
mujer y an de andros, hombre-. Las tallas de Venus
encontradas por toda Europa serían una prueba de este culto a la feminidad.
Autores vascos también apoyan esta teoría, que en Euskadi “se conserva” con el
culto a Mari. Con las posteriores “invasiones” indoeuropeas vendrían, en algún
momento, el patriarcado y las religiones politeístas marcadamente masculinas
–como ocurriera en Grecia con la imposición de Zeus sobre Hera-. Pero de esto
nos puede explicar más, algún día, nuestra escritora Raquel.
En
referencia al contexto biogeográfico, la historia se desarrolla cerca del tramo
alto del Ródano, próximo a Ginebra (Suiza), en los Alpes. La fauna y la flora
descritas se corresponderían con las especies actuales que allí habitan, las
mismas que hace 5000 años, ya que el clima sería prácticamente el mismo –aunque
obviamente la abundancia y distribución han cambiado, algunas se han extinto y
otras introducido-.
Finalmente
quisiera pedir disculpas a los historiadores y filólogos más puntillosos: lo
que empezó siendo cuatro renglones improvisados escuchando Eluveitie (ver
entrada “Te siento”) se está
convirtiendo en un relato hecho y derecho debido a los plazos de los “editores”
;), lo que me obliga a aplicarle una investigación tardía y un contexto poco
realista.
Pero,
oigan, ¿por qué habría de ser coherente un cuento en el que los lobos hablan y
juegan con las niñas?
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